sábado, 22 de junio de 2013

Las seis R's de un proceso de duelo, según Terrése Rando


1-Reconocer la pérdida
2-Reaccionar, expresar emociones y sentimientos
3-Recordar la relación
4-Replantear la nueva vida
5-Reacomodarse en un mundo nuevo
6-Reinvertir y buscar nuevos proyectos

En la primera fase, reconocer, ya notamos la ausencia del ser amado, emergen los recuerdos, la búsqueda de la persona; y al no encontrarla se experimenta una gran sensación de vacío. En esta parte la tarea que ha de seguirse seria reaccionar ante la separación, que consiste en identificar, aceptar y expresar emociones y sentimientos. Aquí le damos nombre a nuestro sentimiento y detectamos la necesidad que se encuentra detrás del sufrimiento.

  La tarea es recordar y reexperimentar la relación; admitir y revivir de manera realista los sentimientos, los recuerdos y los momentos compartidos, tanto buenos como malos. Ya que se aceptó lo irreparable de una muerte y que se entiende no hay nada que podamos cambiar, se empieza la tarea de vivir sin el ser amado. La tarea que se va a cumplir es replantear los papeles; esto es, estar dispuesto a replantear la identidad previa, el estilo, los valores y las prioridades de la forma anterior de vida, aceptar que el mundo pasado ha cambiado irremediablemente. 

    La acción es el acto, la conducta encaminada a buscar el satisfactor de la necesidad. En esta fase la persona continúa con su vida cotidiana, con sufrimiento, pero es capaz de vivir. La tarea que ha de realizarse en esta fase es la de reacomodarse: adaptarse a un mundo nuevo, diferente e incompleto si se le compara con el anterior; sustituir la relación presencial por una nostalgia y recuerdos.

    El retiro es la conclusión del proceso y la disolución de la figura, una vez que se ha producido la asimilación. Aquí ya se puede recordar a la persona como ausente, con cariño, como alguien que ya no está, pero sin que esto le haga estallar en un llanto descontrolado o desgarrador. Cuando esto ocurre podemos decir que se llegó al final del duelo, a la fase de aceptación.

  La tarea que se va a desempeñar en esta fase consiste en reinvertir la energía psicológica: orientar el amor, el interés y la dedicación que ligaba al doliente con quien murió hacia la búsqueda de nuevos proyectos, ilusiones, afectos y motivos para vivir.
Extraído del libro: Tanatología: la inteligencia emocional y el proceso de duelo. De María del Carmen Castro González.


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